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¿PUEDEN LOS DEMONIOS PREDECIR EL FUTURO?
Cristian Camilo Cárdenas Aguirre.*


A lo largo de la historia, la humanidad ha tenido la pugna acerca del proceso de la demonología; este ha sido un tema trascendental, ya que por pensar que se está más cerca del concepto demonológico, se dista cada día más, ya que no se puede abarcar este misterio, puesto que como seres finitos no podrán comprender la incorporeidad de un ser corpóreo que lo piensa.
Otra de las limitantes del ser humano para llegar a la sublimidad de dicha comprensión es que “los demonios, por el tiempo tan largo que tienen de vida, han adquirido una experiencia de las cosas mucho mayor que la que pueden adquirir los hombres en la brevedad de su existencia”[1], es decir, que el ser humano debido a su contingencia, no puede discernir la incontingencia de aquellos entes rebeldes contra Dios y que por su opción libre y revolucionaria optaron por apartarse de la visión beatífica de la divinidad.
Por otro lado, el hombre, por más que piense que todo lo posee que en él está el señorío de la tierra, no alcanza a visualizar la totalidad: que cuanto más descubre, se encuentra más alienado del misterio; es decir, por más ciencia y técnica que utilice, eso no lo hace acreedor a endiosarse ni ser superior a las demás especies. Dios Uno y Trino, es el único Rey y Señor de todo cuanto existe y al cual convergen los demás seres, uno de ellos el demonio que, pensando que por estar cerca de Dios quiso ser más que Él y decidió revelarse, con el fin de tener todo el poderío; pero su mente obcecada lo hizo caer en una gran trampa y tuvo que ser arrojado al infierno privado de la visión lúcida de Dios. A ello, expresa claramente el Catecismo de la Iglesia Católica cuando dice; “el infierno consiste en la condenación eterna de todos los que, por libre opción, mueren en pecado mortal, la pena principal del infierno está en la separación eterna de Dios, el único en el cual el hombre tiene la vida y la felicidad, para las cuales ha sido creado y a las cuales aspira” [2]
El demonio, al estar lanzado a la tenue soledad divina, conoce por supuesto el proceso histórico de la humanidad.
Tal razón tiene el conocido refrán “más sabe el diablo, por viejo que por diablo” [3], es conociendo la historia la que le permite predecir el futuro, ya que ésta, aunque muchas veces se diga que es lineal, se intuye más cíclica y esta es la base de los demonios para poder adivinar. No obstante se realiza de manera maravillosa e invisible, en la que penetra con su sutileza la conciencia y el cuerpo de los hombres, y a su vez interfiere en sus imaginaciones tanto a los que se encuentran en el nivel de conciencia de confusión como en estupor.
Cabe aclarar que los demonios no solo predicen el futuro, también hacen algunos portentos debido a la misma superioridad de su cuerpo, esto se percibe en su misma naturaleza, el cual, por el hecho que no tengan cuerpo material, hace que no sientan la más mínima inclinación a ningún pecado que se cometa con el cuerpo, sin embargo son capaces de hacer tentar a los hombres a pecar en la materia corpórea. [4]
Sin embargo, los demonios no fueron creados en un principio seres malos, ellos, por un largo proceso de rebeldía se fueron desuniendo de la bondad hasta transformasen en maldad, es por eso que afirma el Papa Pablo VI; “el mal no es solo una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad, misteriosa y pavorosa” [5]
Uno de los grandes problemas del hombre de hoy es afirmar que el demonio no es más que un ente de razón, una creencia medieval obsoleta, al que Dámaso Zahringer responde: “más de una vez se ha dicho y no sin razón, que la primera mayor argucia del diablo consiste en negarse a sí mismo; que el mejor presupuesto para que él logre sus objetivos es poner en duda o negar su existencia” [6]. Debido al anquilosamiento de ideas, la sociedad actual vive en una rebeldía a la que pretende un mundo sin moral cristiana y  valores éticos, y argumentan diciendo que son los gajes de la época a la que hay que dejar que progrese; cosa utópica tener este pensamiento, luego, lo que vaya contra las buenas costumbres, son obras y planes del demonio que quiere aniquilar la vida de los hijos de Dios.
Lo anteriormente expuesto, afirma por analogía que el demonio es un Hegesías a lo largo de la historia, pero la cuestión no es un simple mal, sino saber a qué clase de mal refiere, y para ello San Agustín indica; “Hay tres punto de vista del mal: el mal metafísico, que no existe sino solo en grados inferiores de ser respecto de Dios, que es el sumo Bien. El mal moral, que nace de la mala voluntad que antes de tender al Sumo Bien, tiende a los seres inferiores; y el mal físico que como consecuencia del pecado original contiene un mensaje esperanzador por la redención de Cristo que mira a la salvación” [7]
Nos podemos preguntar entonces si ¿el demonio conoce el amor?, por supuesto que no, ya que si el Amor proviene de Dios, el demonio no contiene el amor, su principio es el odio y la maldad y donde hay odio no hay amor como bien lo expresa San Pablo en sus Cartas; claro está que antes de haberse revelado conocía el amor y amaba por supuesto, y si esto tenía, entonces era un ser libre. Pero que luego su voluntad se fue degradando hasta que su amor se convirtió en odio y envidia, afirmando entonces que el demonio es un completo esclavo de su propia maldad; es así que si se quiere tener una definición concreta de lo que es la naturaleza del demonio sería su corruptible voluntad desvirtuada del amor.
Como corolario es conveniente saber que lo demonios si pueden adivinar algunas cosas verdaderas, pero jamás pueden hacer nada contra el Dios verdadero. El demonio actúa con el permiso de Dios y la debilidad de la persona [8]. Dios puede o no permitir que sea tentado; según su debilidad y libertad de permitir que se realice y se prediga siendo utilizada la persona como especie de pantomima, a la que se convierte en uso y desuso de la adivinación demoniaca. [9]

Referencias Bibliográficas:
* Seminarista. Estudiante de primero de Teología en el Seminario Misionero del Espíritu Santo en articulación con la Universidad Católica de Oriente en la Ceja Antioquia. Estudiante de Licenciatura en filosofía y educación Religiosa por la Universidad Católica de Oriente de Rionegro Antioquia. Correo electrónico: cristiancamilo1303@gmail.com
[1] S. Agustín. De divinatione daemonum CSEL 41: Federación Agustiniana Española, XL, 338
[2] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 212
[4] Fortea Cucurull,, Jose Antonio. Svmma Daemoniaca. Bucaramanga. p.13
[5] Amorth, Gabriele. Más fuertes que el mal. Bogotá, 2011. p.38
[6] Uribe Jaramillo, Alfonso. Ángeles y demonios. Bogotá 201021 p.57
[7] Reale, Giovanni – Antíseri, Darío. Historia de la Filosofía. 2. Patrística y Escolástica. Bogotá, 2007 p. 134
[8] Cf. Job 1, 6—12
[9] Cf. Fortea Cucurull, Jose Antonio. Exorcística. Bucaramanga. p.131
Bibliografía
S. Agustín. De divinatione daemonum CSEL 41: Federación Agustiniana Española, XL, 301-357.
Amorth, Gabriele. Más fuertes que el mal. Bogotá, 2011. 213p.
Catecismo de la Iglesia Católica. Bogotá, 1992. 2865 n.
Fortea Cucurull, Jose Antonio. Exorcística. Bucaramanga. 245p.
Fortea Cucurull, Jose Antonio. Svmma Daemoniaca. Bucaramanga. 256p.
Reale, Giovanni – Antíseri, Darío. Historia de la Filosofía. 2. Patrística y Escolástica. Bogotá, 2007 612p.
Uribe Jaramillo, Alfonso. Ángeles y demonios. Bogotá 201021 165p.

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